OJO POR OJOÁlvaro Cueva
¡Uy, sí! ¡Cómo no! Nos urge ver el segundo debate porque queremos escuchar propuestas. Morimos por encender la televisión esta noche porque nos queremos informar, porque queremos decidir por quién vamos a votar, porque queremos conocer bien a los candidatos. ¿Así o más hipócritas?
¡Claro que no! A estas alturas del partido ya sabemos por quién vamos a votar, y si no lo sabemos, nos lo vamos a inventar el mero 1 de julio con la boleta en la mano.
Hoy, de lo que se trata es de ver sangre, de que los “presidenciables” se peleen, de que se venguen de lo que pasó en el primer debate.
Sí, que se den con todo, que se muestren fotos y papelitos, que se digan hasta de lo que se van a morir. ¡Duro! ¡Duro! ¡Duro!
Si no van a dar show, que ni vayan, porque de lo que se trata es de eso, de que al enemigo le vaya mal, de que al amigo le vaya bien y de que al final todos acabamos muy contentos, como después del futbol, de las luchas o de las telenovelas.
Si usted le va a Andrés Manuel López Obrador, obviamente lo que quiere es que le diga hasta lo que no a Enrique Peña Nieto, y si vuelve a sacar lo de la mafia, lo de Santana o hasta al mismísimo Benito Juárez, fingirá demencia porque el objetivo no es ejercer la autocrítica, es aniquilar al rival.
Si usted le va a Enrique Peña Nieto, me queda claro que lo que está esperando es que ponga en su lugar a Andrés Manuel López Obrador y a Josefina Vázquez Mota, que les recuerde sus errores y que los haga perder el control.
Si le va a Josefina Vázquez Mota, su máxima ilusión en la vida es que la señora acabe con Enrique Peña Nieto y con Andrés Manuel López Obrador, que traduzca en gritos y sombrerazos su nueva campaña de spot y que los enrede hasta convencer a las multitudes de que ella es la mejor opción.
Y si ya, de plano, usted a quien le va es a Gabriel Quadri, lo menos que está esperando es que los otros tres candidatos estén tan ocupados pegándose hasta con el podio que nadie cuestione sus vínculos con Elba Esther Gordillo y que el señor tenga la oportunidad de aventarse otras dos o tres frases apantalladoras.
¡Qué asco! Yo ya sé lo que va a pasar. Primero, los ciudadanos comunes y corrientes vamos a evocar a la edecán incómoda del primer debate como buscando con qué hacer chisme.
Después, nos colgaremos de la nueva edecán, de la sonrisa del conductor, de las chapitas de los candidatos o nos pondremos a hablar de las televisoras para entretenernos y ahí nos quedaremos hasta el infinito.
¿Por qué? Porque eso es lo que le conviene a muchas de las instancias que los partidos tienen contratadas para manipular las redes sociales, porque eso es mucho más fácil de digerir y porque así nos sentimos “superiores”, “rebeldes”, “irreverentes”.
Hablar, al final de un evento político, del Easy slicer, de los anuncios de condones o de las escenografías equivale a castigar a todos los involucrados con el látigo de nuestro desprecio.
Es como decirles: vales tan poco que prefiero aventarme cuatro chistoretes sobre tu copete, tu bigote o tu acento que fingir que escuché tus palabras, que las entendí o que me interesan. ¡Ja, ja, ja! ¡Mira qué listo soy!
La bronca es que, al final, los que siempre perdemos somos nosotros porque sí, ¡ah, qué bárbaros!, ¡qué ingeniosos!, pero acaba ganando el que se supone que jamás iba a ganar y nunca pudimos hacer, proponer o modificar algo porque nos la pasamos bien divertidos.
¿Por qué pasa esto? Me gustaría decirle que porque nuestra clase política es una basura, que porque el formato de los debates del IFE está mal o porque hay un complot macabro para impedir que usted y yo hagamos clic con las campañas y las elecciones.
Pero la verdad es que estas cosas pasan porque, salvo honrosas excepciones, somos un país de irresponsables, de hombres y mujeres divididos, sin rumbo, sin sentido social.
Por eso creo que el verdadero segundo debate no va a ser el de esta noche, sino el de los chavos del movimiento #YoSoy132.
Al menos ellos sí están unidos y, a pesar de las amenazas de los porros y de lo que les pudieran hacer en las redes sociales, no se van a tocar el corazón en su búsqueda de respuestas.
¡Bienvenido el segundo debate entre candidatos a la Presidencia de la República! ¿Quién ganará? ¿Acaso alguien va a poder ganar aquí?
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