El legado de Roberto Cantoral vive. Lo hace a través de sus canciones, temas que con distintos matices y en diversas voces perpetúan su memoria y que encontraron nueva dimensión durante la primera gala que se llevó a cabo en el Centro Cultural que lleva su nombre.
El recinto, concebido y desarrollado por la Sociedad de Autores y Compositores de México, se vistió de gala para recibir a distintas luminarias que han plasmado su nombre en la historia de la música latinoamericana. Lo mismo Aleks Syntek que Reyli, Ferrusquilla y Chamín Correa, Fato, Pambo y los integrantes de Playa Limbo. Distintas generaciones acudían al evento con el que arrancarían, de manera formal, las actividades del lugar.
Por parte del gobierno, acudió el secretario de Educación José Ángel Córdoba Villalobos quien, junto a Armando Manzanero, secretario de la SACM, fue el responsable de develar la placa conmemorativa.
Un concierto, con algunos de los temas clásicos de Cantoral, fue el camino que se tendió para seguir el paso del compositor.
Acompañados por la Sinfónica Milenium, dirigida por el maestro Enrique Patrón Guerrero, diversos artistas aparecieron por el escenario para poner su particular estilo a cada uno de los temas que se escucharon.
La primera en aparecer fue Ely Guerra. Ataviada con un sencillo vestido negro, la rockera dio muestras de su capacidad vocal al interpretar El preso número 9 y El crucifijo de piedra. Con su estilo, Guerra marcó la pauta de la velada en la que las letras de Cantoral se dejaban seducir por los arreglos orquestales y la ejecución de más de 60 músicos sobre el escenario.
Cuerdas, metales y percusiones figuraban en la sinfónica que poco después acompañó a José Cantoral durante la interpretación de Yo lo comprendo y Qué mal amada estás. El heredero del maestro hizo lo suyo al ofrecer una de las interpretaciones más emotivas de la noche. Algo similar sucedió cuando Itatí apareció en escena. La artista, evidentemente más actriz que cantante, puso empeño durante A que no y Soy lo prohibido. El gesto fue reconocido por la gente que aplaudió fuerte cada uno de sus cantos.
Siguió el turno para Fernando de la Mora. El tenor mexicano cantó Quijote. Tras él llegó la soprano Irasema Terrazas que tuvo ante sí la responsabilidad de cantar Noche no te vayas y La barca. El ánimo de la noche se había encendido. Sin ser incendiario había dejado rastro de la emotividad que acompañaba a la velada.
De la Mora volvió al escenario para cantar Chamaca y Regálame esta noche. De nueva cuenta, los aplausos no se hicieron esperar ante la actuación del tenor.
Tocó después el turno para que el pop hiciera su contribución con Yuri. La jarocha cantó Se solicita una aventura y Al final con destreza y aplomo.
Después, el Tri de México, encabezado por Alex Lora revolucionó el evento con una rockera ejecución de El caballero del bolero, tema que Lora compuso especialmente para la memoria de Cantoral.
En la recta final del concierto, Fernando de la Mora reapareció —fue el único de los cantantes que cantó tres segmentos distintos— para interpretar El triste y dejar la mesa puesta para que Manzanero pusiera el cerrojazo final.
El compositor yucateco, sentado al piano, ejecutó El reloj, uno de los más populares de de Cantoral. Al término, todos los cantantes aparecieron en el escenario para despedirse y recibir los aplausos de la gente que, tras 90 minutos, revivió el legado de Cantoral gracias a sus canciones.
Fuente: Excélsior
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