ROMA, 29 de marzo.– El papa Francisco ofició la Misa de la Cena del
Señor del Jueves Santo en la cárcel de menores de Casal del Marmo, donde
lavó los pies a 12 jóvenes recluidos, entre ellos dos muchachas, una
católica y otra musulmana.
“Esto es lo que Jesús nos enseña y esto
es lo que yo hago. Es mi deber, me sale del corazón y amo hacerlo”,
dijo el papa Bergoglio cuando se disponía a lavar los pies a los 12
jóvenes.
Los elegidos fueron muchachos de diferentes religiones y
nacionalidad, dos de ellos mujeres, una italiana católica y una serbia
de religión musulmana, otro gesto del Papa que ha llamado la atención,
visto que los 12 apóstoles fueron todos hombres.
El Pontífice
aseguró que el lavatorio de los pies “es una caricia de Jesús” y
subrayó: “entre nosotros quienes está más alto debe estar al servicio de
los otros, y eso es lo que hago yo lavando los pies, un deber como
obispo y como sacerdote”.
El obispo de Roma lavó los pies
arrodillado, después los secó y los besó. Durante el intercambio de la
paz, besó a los 12 jóvenes. También dio personalmente la comunión.
Francisco
dijo sentirse “feliz” entre los muchachos y que “las cosas del corazón
son así” y dirigiéndose directamente a ellos les indicó: “No se dejen
robar la esperanza, siempre con la esperanza por delante, ¿entendido?”
Rompe el protocolo
Esta
fue la primera vez que un Papa oficia la misa del Jueves Santo en una
cárcel y no en la basílica de San Juan de Letrán, que es la catedral de
Roma y la que le pertenece como obispo de la misma.
Debido a que
Francisco, elegido papa el 13 de marzo, todavía no ha tomado posesión de
San Juan de Letrán (lo hará el 7 de abril), en un principio el Vaticano
anunció que celebraría los oficios del Jueves Santo en la Basílica de
San Pedro.
Pero el papa Bergoglio prefirió hacerlo en el
reformatorio de menores, que ya visitó en 1980 Juan Pablo II y en 2007
Benedicto XVI, en el que se encuentran recluidos 46 jóvenes, de ellos 35
varones y 11 mujeres de entre 14 y 21 años. Los italianos son ocho y el resto extranjeros, en su mayoría norteafricanos y eslavos, así como un ecuatoriano.
La
misa la ofició en la capilla del reformatorio y por expresa voluntad
suya fue “muy sencilla”. Durante la homilía pidió a los muchachos que
olviden las ofensas y dijo que las personas tienen que ayudarse unas a
otras. Luego se reunió con el medio centenar de detenidos y el personal del centro en el gimnasio del reformatorio. Los
jóvenes regalaron a Francisco un crucifijo y un reclinatorio de madera,
fabricados por ellos en el taller de artesanía de Casal del Marmo,
mientras que el Papa les llevó dulces tradicionales.
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